Pero aún así puedo llegar a sentirme feliz ya. Llamo a mi suerte para que sepa donde no ir, porque yo he dejado ya de estar en lugares que no conocía, porque ya tengo la certeza absoluta de que soy totalmente ignorante.
Te cuento todo esto porque a pesar de todo soy débil, te cuento esto como confesión, ya que estamos puestos a declararme, hago uso de mi falta de humildad y ya se que mi única virtud, fugaz por desgracia, es que me desgarro cien veces al día el alma para poder abrirla a todo y todos.
Ya creo que esta manía mía es causada por mis gusanos y putrefacción interior, porque si no meto oxígeno que renueve aquí dentro la basura voy a explotar contaminándolo todo. Ya he conseguido a base de millones de horas depurar mi falta de sutileza y no lo he conseguido. Ya no me preocupa contradecirme o que se me vean las bragas.
Pero la magia de la inocencia me sigue intrigando. Porque ya nadie se esfuerza por negarme el espacio y ahora, ahora soy adicta a fingir mis teatros, me atrevo ya a obligarme a las preguntas que nunca me hacía. Luego inmediatamente me permito el lujo de exterminar palabras de mi diccionario. No he muerto en el intento aunque lo que querido a veces.
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