En este preciso instante me acabo de levantar de la cama. Me duelen la cabeza y los ojos, que los tengo más irritados de lo normal. Estoy aquí, sola, con la excusa de que estoy enferma para no asistir a clase. Anoche tampoco dormí nada. Me acosté temprano, exhausta del día tan horrible que había tenido. Fue tumbarme en la cama y tener la sensación de que esa noche tampoco podría dormir, mis pensamientos no me dejarían. Tenía demasiadas cosas que pensar como para descansar un segundo tranquila, pero tampoco creí que iba a afectarme tanto... Anoche, durante mi insomnio, me paré a pensar en lo que era mi vida actual y en lo que me había convertido. Todo había cambiado demasiado pronto, apenas me dio tiempo a rectificar el pasado, que cada vez estaba me dolía más. Empecé a recordar momentos de mi infancia, mi inocente niñez en la que prefería jugar con una pelota antes que con una barbie. Momentos felices de jugar con todos los amigos y sonreír sin parar durante todo el día hasta que llegaba a casa y tenía que irme a dormir. Pero aquellos sueños eran increíbles, los mejores sueños de mi vida. Cerrar los ojos y soñar era genial, porque por entonces mi realidad me encantaba y me daba todo lo que necesitaba. Pero tuve que crecer demasiado pronto, a los 9 o 10 años ya tendría que ver todas las adversidades que la vida presentaba. Y fue muy doloroso. Me arrancaron de mi alegría para mostrarme todo lo que se esconde detrás de una sonrisa. Lo más triste fue ver como mi padre se iba alejando cada vez más de mí. Como se marchaba sin importarle lo que dejaba atrás. Como dolía su ausencia... Fue por eso por lo que esta mañana los ojos me escuecen hasta el punto de sufrir. No pude contener las lágrimas más tiempo, necesitaba estallar en mil pedazos y quebrarme hasta el punto de ser irreconocible. Yo que siempre aparento que nada me afecta, que me llaman borde porque no quiero que me hagan más daño o me dicen que no tengo sentimientos. Yo que siempre voy con una coraza impenetrable para que dejen de clavármela una y otra vez por la espalda. Joder, como me mata sentirme así siempre. No poder fiarme de nadie, ni si quiera de mi propia madre, porque sé que me acabarán haciendo daño. Sé que todas las personas que conozco acabarán haciéndome daño. Estoy sola en esto, completamente sola, sin nadie en quien creer o al que aferrarme sin miedo a caer. Sólo hay una cosa que siempre me acompaña, y es esta depresión que me trae de cabeza. Salgo a la calle y me divierto; veo a mis amigos, me río con ellos, hacemos tonterías y lo pasamos bien. Pero siempre tengo un hueco en mí que me impide disfrutar como lo hacía hace un tiempo. Siempre hay algo que me agarra fuerte y me impide sonreír como lo hace todo el mundo. Luego llego a casa y me hundo del todo, aveces incluso tengo que vomitar de la angustia que siento al no poder ser feliz por un instante. Me encuentro fatal y tengo que irme a la cama, y al día siguiente me vuelvo a despertar.
Reseña: Kim Ji-young, nacida en 1982 - Cho Nam-Joo
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